viernes, 3 de julio de 2015

Why Mahler?

"The most we can expect from art is to help us live in peace with ourselves. This, at best, is Mahler's contribution to modern world" (Norman Lebrecht)
"My time will come" (Gustav Mahler)

Buenos días amig@s, y bienvenidos a la entrada mensual de Sinfonía Empresarial, el blog de Culture&Biz. En esta ocasión, viajaremos a la Viena de finales del siglo XIX y principios del XX, la belle époque y sus estertores. Y lo haremos para revisitar la figura de uno de los más grandes compositores de la historia, el austríaco Gustav Mahler.


Decía el veterano director de orquesta francés Pierre Boulez que la historia de la música clásica tiene un hilo conductor claro, es un continuo que enlazaría a Bach, Haydn, Beethoven, Wagner y finalmente Mahler. Gustav Mahler sería el punto de conexión entre el final de la etapa romántica y la época contemporánea.

El año pasado pude presenciar en el festival In-Edit Beefeater de Barcelona el magnífico documental Conducting Mahler, donde una serie de maestros -Claudio Abbado y Riccardo Muti entre ellos- opinaban sobre la figura del compositor y el reto que suponía dirigir sus obras, especialmente las sinfonías. Ello me llevó a indagar más sobre él, hasta que di con la biografía de Norman Lebrecht: Why Mahler?.


Gustav Mahler (1860-1911)

La primera grata sorpresa del libro es la estupenda radiografía personal que realiza del compositor. No puede entenderse la música de Mahler sin antes comprender el personaje que hay detrás. Un hombre que a la temprana edad de 6 años ya disfrutaba leyendo la versión en alemán del Quijote sin duda apunta alto. Como él mismo afirmaba hacia el final de sus días: "I was honest in my intentions and I set my sights high..."

Una personalidad retraída, sombría en muchas ocasiones, con reconocidos altibajos emocionales ("Yet I have not escaped my destiny"), pero finalmente valiente y que amaba la vida: no rehuía el dolor o el pesar, sino que por contra los abrazaba como "íncubo creativo", nos dice Lebrecht. Para Mahler, la música no existía por el placer en sí, sino que tenía el potencial de "sacudir el mundo de la ética y de la política".


Retrato de Daniel-Henry Kahnweiler 
Picasso, 1910

Según Norman Lebrecht, 'conflicto' y 'contradicción' son la esencia del arte mahleriano, y "las fragmentadas y angulares caras de la rupturista obra de Picasso, el reflejo perfecto de las múltiples capas del compositor austríaco". Su música es sinónimo de resiliencia individual en la "olla a presión" que es nuestra sociedad actual. Sin duda, Mahler predicaba con el ejemplo: es conocida su autodenominación de "three-times homeless", haciendo referencia a sus raíces judías, la lengua alemana con la que se expresaba en los EE.UU. y sobre todo a su "ineluctable sentido de no pertenecer a ningún lugar en concreto".

Mahler defendía, en contra de muchos de sus coetáneos que abogaban por la rigidez estructural de las composiciones, que las sinfonías debían ser un ente vivo, tratando siempre de reflejar "the whole messy world". "La sinfonía debe ser como el mundo, debe comprenderlo todo". Él mismo, que estrenó en el podio sus primeras 8 sinfonías, era conocido por acelerar o ralentizar determinados pasajes en función de su estado de ánimo. La acústica de la sala también era un hecho relevante a tener en cuenta: la orquesta debía adaptarse siempre a ella.


The Kiss (Lovers)
Gustav Klimt, 1908-09

Desde su 'Primera' Sinfonía (compuesta entre 1887-88 y estrenada en Budapest al año siguiente) hasta la 'Novena' (acabada en 1809 y estrenada ya fallecido el compositor), tanto la fluidez -un concepto "sorprendentemente post-moderno", en palabras de Lebrecht- como la morbidez -una característica "intrínsecamente mahleriana y vienesa"- estarían presentes constantemente en su obra, que en Why Mahler? es diseccionada en detalle por el autor (incluyendo un apartado final con grabaciones recomendadas y consejos prácticos para adentrarse en el mundo sonoro de Gustav Mahler).
"Each symphony is a search engine for inner truths. To know Mahler is, ultimately, to know ourselves" (N. Lebrecht)

Profesional extraordinariamente exigente con músicos y cantantes, esa fluidez en la interpretación de sus obras contrastaría con su demanda de fidelidad absoluta a las partituras de otros maestros: "Accuracy is the soul of artistic performance". De nuevo presente la contradicción mahleriana, ya que en otra ocasión manifestaría que la máxima pretensión de su carrera como director era "estampar su marca personal en todas las interpretaciones", en la estela de su admirado Richard Wagner.

En noviembre de 1901, durante una cena en la que también estaban presentes los líderes del Movimiento Secesionista vienés Carl Moll y Gustav Klimt, conocería a la que se convirtió poco después en su mujer, pero inmediatamente en su musa: Alma Schindler.
"It happened overnight: I would never have imagined that counterpoint and music theory would disturb my heart again" (G. Mahler)

Alma Maria Mahler Gropius Werfel (nacida Alma Maria Schindler en 1879, y por tanto 19 años más joven que el compositor), fue una celebridad social de la Viena de finales del siglo XIX, reconocida por su cultura, belleza y vida social liberal. Según el propio Klimt se trataba de "a rare, unusual kind of girl", y ella misma reconocía que "I don't lack talent, but my attitude is too frivolous...". Compositora y melómana empedernida, por sus diarios publicados sabemos que también quedó gratamente impresionada de aquel primer encuentro con Gustav:
"I liked him immensely, although he is very restless (...) The fellow is made entirely of oxygen. When you get near him, you get burnt" (Alma M.)
Alma Mahler (1879-1964)

Absolutamente rendido a sus encantos, para ella escribiría el compositor austríaco algunas de sus creaciones más celebradas, en especial el famosísimo Adagietto de su 'Quinta' Sinfonía, que Luchino Visconti haría aparecer oportunamente en su recreación de la 'Morte a Venecia' de Thomas Mann. De hecho, el propio Mann se inspiraría en Mahler para componer el personaje principal de su novela.

En 1907 Mahler deja su Filarmónica de Viena tras 10 años en el podio ("I feel I have completed my circle") para viajar a los EE.UU. a dirigir la Metropolitan Opera House de Enrico Carusso y Melba/Tetrazzini. Tras su exitoso debut el día de año nuevo de 1908 dirigiendo el Tristan und Isolde -"Triumph is immediate", escribiría Alma en su diario- Mahler pasará tres felices años en América, donde a diferencia de su Viena natal "nadie es más que nadie".


Thomas Mann se inspiraría en la figura de Gustav Mahler
para crear a su protagonista, Gustav Aschenbach

En 1909 acabará su 'Novena' Sinfonía ("My ninth is finished!"), para muchos entendidos su cúspide creativa. Herbert von Karajan declararía de ella que "it's music from another world, music from eternity", mientras que Otto Klemperer, el último discípulo de Mahler, afirmó que era "not only his last but also his greatest achievement"

Pero cuando todo parecía irle de cara, en el verano de 1910 Alma conoce a Walter Gropius, un arquitecto berlinés, e inmediatamente se hacen amantes. "Two souls met, and the body was forgotten", escribiría ella. Mahler -quien había sido capaz de superar la muerte precoz de una de sus hijas con Alma- no podría con esto. En los márgenes de las partituras originales de su inacabada 'Décima' Sinfonía escribió:
"The devil dances with me
Madness, take me, cursed one!
Farewell, my lire
To live for you!
To die for you!
Almschi"

Gustav Mahler fallecería poco después, un lluvioso 18 de mayo de 1911, de una dolencia cardíaca. Según relata Alma, presente en los instantes finales, su último consejo fue para Anna, la hija de ambos ("Be my good girl, my child"), mientras que la postrera palabra pronunciada por el compositor antes de expirar fue sintomática: "Mozartl" (pequeño Mozart). Su viuda le sobreviviría muchos años, se casaría dos veces más y se convertiría en un polo de atracción cultural en los EE.UU. (para l@s que quieran profundizar en el personaje les recomendamos la obra Malevolent Muse: The Life of Alma Mahler, de reciente aparición).


Ensayo final de la premiere mundial de la 'Octava', conocida
también como "la Sinfonía de los 1.000". Aquel septiembre de 1910
se reunieron en Munich personalidades culturales de la talla de
Thomas Mann, Richard Strauss, Siegfried Wagner o Saint-Säens, en lo
que Lebrecht califica de "Europe's last pre-war cultural convocation

Para el autor de la biografía, Mahler es un ejemplo práctico de cómo vivir una vida creativa. Él nos mostró el coraje de su resiliencia, y nos enseñó que la diferencia entre lo "ordinario" y lo "excelente" es ese "último grado de esfuerzo" ("Striving is all"). También que la dignidad sobrevive siempre a la derrotaEn cuanto a su música, en las páginas finales del libro puede leerse: 
"Mahler offers breadth and depth to the thought process. He urges us to see the bigger picture (...) He was confident of his durability. In art, there is no other way" (N. Lebrecht)

Hasta el próximo post, amig@s. Os dejo con la rendición del Adagietto por Valery Gergiev y la World Orchestra for Peace.




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