martes, 16 de septiembre de 2014

Sinfonía, ¿o jam?

La empresa son personas. La empresa son relaciones. La empresa es un ente vivo y complejo, moviéndose en entornos competitivos y a su vez en constante evolución. Parece que la estrategia, el largo plazo, cobran cada vez menos relevancia (1), y resulta clave situar el foco en la ejecución y sobre todo en el equipo, recordando que siempre es mejor apuntar al perfeccionamiento antes que a la perfección. Un liderazgo flexible, "contingente", capaz de empoderar al grupo atendiendo a sus individualidades, prestando atención a los aspectos sociales, se antoja cada vez más necesario.

Por otro lado, hay quien afirma que cada ser humano vibra en una determinada frecuencia. No sé si será cierto, pero en cualquier caso estoy con Nietzche en que "sin música, la vida sería un error". O, al menos, "veo mi vida en términos musicales", como decía Einstein. Y estoy convencido de que la música -la cultura en general- tiene mucho que aportar al mundo de la empresa, tanto en el aspecto personal como en el de la propia gestión. Quizás, en el fondo, simplemente sea un ingenuo romántico y crea que -parafraseando a otro filósofo, Simon Critchley- "el mejor modo de dar respuesta a la crisis del mundo moderno es a través del arte" (2).

Hecha esta breve declaración de principios, quiero empezar mi primer post de "Sinfonía empresarial" cuestionando el propio título del blog. ¿Es adecuada la analogía del directivo como un director de orquesta, donde los músicos serían los empleados que "ejecutan" la estrategia (partitura) compuesta por el maestro? ¿O, más bien, deberíamos remitirnos al funcionamiento de una banda de jazz, donde tiene mayor cabida la improvisación?


Itay Talgam
Según Itay Talgam, director de orquesta y consultor de negocio, está claro que la primera opción es válida. Y sin embargo, no todos los estilos de dirección conducen a resultados óptimos, como describió de manera magistral en un TED que protagonizó en 2009 y que es sin duda la propuesta de valor de este postEl director israelí nos ofrece en el vídeo un ilustrativo, sugerente y muy divertido viaje por algunos de los mejores directores del pasado siglo y sus diferentes maneras de liderar, estableciendo analogías muy útiles con el management (si lo quieres con subtítulos pincha aquí).



Empieza Talgam afirmando que no es nada fácil "transformar el ruido en música". En efecto, dirigir equipos es probablemente una de las tareas más complicadas en management. Y es fascinante cómo puede interpretarse de tantas maneras diferentes una partitura, un "plan" que en principio es una creación acotada, en función de quién sea el director. 

Desde las formas "severas y autoritarias" de Riccardo Muti (quien recibió una carta de los 700 músicos de La Scala diciéndole que era muy bueno pero que no querían trabajar más con él, porque no les dejaba desarrollarse como músicos) hasta el estilo "distante y etéreo" de Herbert von Karajan (muy buena la anécdota de aquel flautista diciéndole "Maestro, es que con Ud. no sé nunca cuándo tengo que entrar", a lo que el director alemán -famoso por dirigir con los ojos cerrados- respondió "empieza cuando ya no puedas aguantar más!").

Se analiza también la conducción "serena y madura" de Richard Strauss (sin apenas interferir, dejando que todo fluya, pero haciendo hincapié en la importancia de su propia partitura), cualidades de liderazgo que guardan similitudes con las que presenta Leonard Bernstein (quien dejaba a un lado la batuta y permitía que los músicos, individualmente, contaran la propia historia, en una especie de "dirección inversa"). Pero en el fondo Talgam lo tiene claro: Carlos Kleiber es "la mejor forma de crear música"


Carlos Kleiber
Y, ¿qué hace Kleiber que no hagan los demás? O mejor dicho, ¿cómo lo hace?. ¿Cómo lidera a sus orquestas? En primer lugar, transmitiendo felicidad. Sí, señoras y señores, Carlos Kleiber se lo pasa bien trabajando. ¡Anatema!. Además, se encarga de crear el espacio adecuado para que los músicos puedan desarrollarse con plenitud. En otras palabras, él crea el proceso y es la propia fuerza de éste quien lleva a los músicos en volandas, la que hace que se sientan parte relevante de un todo.

Aunque no se trata sólo de motivación. Como afirma el director israelí, ante todo "hay que ser profesional", y eso implica saber mostrar autoridad cuando es necesario, en el bien entendido que la autoridad por sí sola no es suficiente para crear grupo. Se necesita tener un proceso y un contenido para sublimar el efecto global, para "crear verdadero significado" o valor. En definitiva, el estilo de dirección de Carlos Kleiber podría llamarse de "control asociativo".

No obstante, también hay detractores de aplicar el modelo orquestal al management. Uno de los más destacados es Marcos de Quinto, Presidente de Coca-Cola Iberia (3). En una entrevista reciente en Actualidad Económica, manifestaba lo siguiente:
Marcos de Quinto
"Cuando se compara la organización con una orquesta me parece el peor símil posible; para mí como mucho sería una banda de jazz, porque yo no le digo a la gente lo que tiene que tocar ni cuándo sumarse a la melodía. Aquí improvisamos como en una jam session. No como con una partitura de la que nadie se puede salir. Es así como se logran los resultados creativos"

Entonces... ¿estamos hablando de dos visiones antagónicas de liderazgo, irreconciliables?. ¿La "europeísta" o clásica frente a la "americana" o jazzística?. En absoluto, de hecho la relación entre clásica y jazz viene de lejos. Como describía magistralmente Chema García en un artículo reciente de El País (4), para algunos el jazz es "la música clásica del siglo XX". Y otroscomo el pianista John Lewis, miembro del Modern Jazz Quartetvan más allá aún afirmando que "el jazz es clásico desde la cuna, aunque esa cuna fuera el lupanar". 

Lo que todos asumen es que en el jazz -al menos el jazz moderno-, es casi obligado salirse del marco establecido, improvisar constantemente, redescubrir nuevos caminos. En otras palabras, utilizar el pensamiento lateral. "Envidio la libertad del músico de jazz", reconocía el trompetista sinfónico Manuel Blanco en el artículo citado. 

Pero volviendo a los dos testimonios de hoy, hay que tener en cuenta que De Quinto habla de un estilo de dirección aplicado a una organización relativamente pequeña y eminentemente marquetiniana, donde la creatividad es sinónimo de supervivencia. Los postulados de Talgam podrían ser de utilidad en empresas mayores, más complejas o bien en la gestión de proyectos. 

En mi opinión, todas las opciones son válidas mientras no se pierda el compás (foco) y siempre que se cree significado (valor) duradero, tanto para la organización como para sus partes interesadas. ¿Por qué tenemos que elegir cuando podemos adoptar lo mejor de las dos visiones?. "No existen categorías en la música", aclara el saxofonista Andreas Prittwitz, "sólo diferentes modos de expresarse". Pues eso, más sumar y menos restar.

Espero que este post te haya resultado interesante y de utilidad. En la próxima entrada hablaremos de las ventajas de conectar el mundo empresarial con el mundo cultural.

BLUES!

(PS: Gracias a María José Dunjó por la inspiración... y por el título!)

Fuentes:
(1) Rick Smith. Is Strategy Dead? 7 Reasons The Answer May Be Yes. Forbes, 2014 
(2) VV.AA. The Smiths: música, política y deseo. Errata naturae, 2014
(3) Recientemente nombrado CMO a nivel mundial
(4) Chema García Martínez. Clásica y jazz: historia de un amor no siempre correspondido. El País, martes 8 de abril de 2014